Marzo de 2023
Fortino Domínguez Rueda / Centro de Lengua y Cultura Zoque-Medios
Se escucha decir entre los mayores que la memoria es un alimento indispensable para la vida. Quien no tiene memoria, no tiene claridad de su presente, ni busca sueños que vivir en el futuro colectivo. La memoria no sólo es una potente herramienta para contradecir la historia oficial -la cual es construida y reproducida desde los centros hegemónicos del saber occidental y difundida como valida y universal a través de los sistemas educativos de cada país del mundo-, sobre todo, es una pieza clave en el proceso de la reconstitución integral del pueblo zoque.
Con el hambre de memoria como guía de nuestros pasos, es como los zoques de Chapultenango buscamos reconstruir la historia contemporánea de nuestro pueblo. Es la noche del 28 de marzo de 1982 cuando no solo iniciaron las erupciones del volcán Chichón o Chichonal[1], mismas que se extendieron hasta el 4 de abril de ese año, fue ante todo el comienzo de uno de los capítulos más sangrientos y racistas cometidos por las instituciones del gobierno mexicano contra el pueblo zoque. Se hablan de más de 2 mil personas muertas, 35 mil familias damnificadas y un número elevado de personas desplazadas, las cuales se sumaron a los flujos migratorios que se registran en la zona desde la década de los cuarenta del siglo XX. Las erupciones del volcán fueron un momento clave que incentivó la actual fragmentación que se registra entre los zoques del municipio de Chapultenango, Chiapas, México y, ante todo, es el hecho histórico en concreto, que constata la baja demográfica de más de 2 mil personas, a consecuencia de que el Estado mexicano ordenó impedir la evacuación de los zoques afectados, para lo cual fue utilizado el ejército mexicano como barrera humana.
En la historia oficial de arriba nada de los hechos antes relatados son priorizados al momento de entender el devenir histórico zoque. Se aborda la erupción como un fenómeno natural y se relega al baúl del olvido a los muertos, a los damnificados, a los desplazados y explotados de un sistema de opresión aún vigente en México y el mundo. Es por ello, que en el marco de la conmemoración de los 41 años de las erupciones del volcán Chichonal el Centro de Lengua y Cultura Zoque en conjunto con las Defensoras de Nasakobajk convocaron a la impartición de talleres entre jóvenes zoques de Chapultenango, Chiapas. De igual forma se realizaron obras de teatro, se presentaron libros y se impartieron charlas informativas por parte de vulcanólogos que hablaron sobre las condiciones de monitoreo del volcán.
Las actividades requirieron construir una organización colectiva. Al igual que en el pasado y emulando a nuestros ancestros, nosotros, ahora en el presente, estamos asumiendo la tarea para seguir levantado la resistencia, misma que asegure la vida, así como la defensa de la madre tierra en los territorios zoques del norte de Chiapas. El camino para asegurar la vida no será fácil, ni sencillo. Para recorrer el camino de la resistencia no necesitamos de líderes, gurús, profetas, intermediarios políticos, maestros partidistas y usureros, en cambio, se requiere llamar al colectivo y así superar las posiciones individuales, que solo nos confunden y dividen. Lo anterior, no significa rehuir al debate y la confrontación de ideas. Es necesario seguir levantando espacios colectivos propios, para la toma de acuerdos y tareas y con ello poder responder a la pregunta ¿Qué sigue?
Ante la guerra capitalista que se manifiesta sobre nuestros pueblos es necesario asumir una posición. Sea cual sea la posición tomada, se debe recordar lo que una niña zapatista nos expresó hace tres años: “Puedes quedar o seguir. Sólo hazte responsable de tu decisión. La libertad no es sólo poder decidir qué hacer y hacerlo. Es también hacerse responsable de lo que se hace y de la decisión tomada” (Segunda parte: La cantina, 2020. https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/12/29/segunda-parte-la-cantina/)
[1] En relación al nombre de Chichonal, Andrés Fábregas explica porque en la actualidad se le conoce con ese nombre. Las primeras noticias explica Fábregas- no atinaban a ubicar en dónde estaba el volcán Chichón y menos a informar quiénes eran los zoques. A un locutor televisivo, muy influyente en aquellos años, se le ocurrió que Chichón era una mala palabra, con un sonido que hería la susceptibilidad de los televidentes, por lo que decidió cambiar el nombre del volcán a Chichonal. Con ello pensó suavizaba el incomodo apelativo. Por supuesto, no sabía que chichón en Chiapas no significaba seno grande sino un chipote, es decir, una contusión en la cabeza. Tampoco sabía del uso del plural en el castellano hablado en Chiapas. En efecto Chichonal significa para los chiapanecos abundancia de chichones. Prologo de Andrés Fábregas al libro de Laureano Reyes, Los zoques del volcán, México, CDI, 2007, p. 13-14. Además, chichón es un fruto que la población zoque del norte de Chiapas come de manera recurrente. El chichón es una palma de la familia de las arecáceas de 3 a 5 metros de alto, con espinas verticiladas y aplanadas de 5 cm y fruto comestible de forma ovoide, similar a un coco pequeño, de unos 15 cm de largo, cubierto de espinas cortas. Ver el video que acompaña el presente texto.

Taller de Medios Libres, Autónomos o cómo se llamen… impartido entre jóvenes toques de Chapultenango, Chiapas, México. Foto: Fortino Domínguez Rueda, marzo 2023.

La persistencia de la colonialidad. Se sigue pensando que debemos rendir homenaje a los conquistadores. Foto: Fortino Domínguez Rueda, marzo, 2023.

Presentación del libro Cada vez más Mokayas en Chapultenango, Chiapas. Foto: Fortino Domínguez Rueda, marzo, 2023.